Retrato del futbolista adolescente by Valentín Roma

Retrato del futbolista adolescente by Valentín Roma

autor:Valentín Roma [Roma, Valentín]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: prose_contemporary
ISBN: 9788416291809
editor: Periférica
publicado: 2019-02-14T16:00:00+00:00


* * *

El episodio policial trascendió, mis padres se enteraron de que a veces faltaba a los entrenamientos y que muchos sábados desaparecía sin que nadie supiese mi paradero.

Fue entonces cuando les pidieron a los paisanos del pueblo que «me echasen un ojo». Todos los miércoles quedábamos en la puerta del Banco de España y luego íbamos al Retiro, allí comíamos altramuces mientras ellos detallaban el árbol genealógico de nuestras respectivas familias o explicaban historias macabras de sus parientes. No obstante, No siempre dedicábamos unos minutos a mirar de arriba abajo la fachada del edificio bancario; «¿cuántos dineros habrá ahí adentro?», solían preguntarse, «¡un capital!», se contestaban riendo.

Me gustaba esa manera de denominar la riqueza, «durante la guerra, los Pelines tuvieron trabajando a más de cien personas entre jornaleros, albañiles y chicas de servicio, ni sabían cómo de grande era su capital»; «Peñarroya entera perteneció a los Marcialines, también controlaban la almazara comunitaria y el molino, ¡menudo capital!».

Un día llevé conmigo Mucho cuento, el libro de Juan García Hortelano. Lo compré porque el nombre del autor sonaba a eso que en mi casa se llamaba «gente campechana», o quizás fue por la cubierta, que reproducía el cuadro de Antonio López de la Gran Vía de Madrid.

Después fuimos al punto exacto en el que debió de situarse el artista, allí levanté el libro contra el horizonte de asfalto, a un metro del suelo, «se nota que viene de nuestra tierra ¿de dónde dices que es, de Tomelloso?».

Todos los relatos de García Hortelano eran excepcionales y a la vez muy cercanos, mezclaban el refinamiento de los burgueses venidos a menos, cierta crónica de la derrota no del todo entrañable y varias dosis de erotismo castizo, amén de las consabidas apologías del coñac y la literatura.

«Así y allí tuve conciencia de la música, en el lazareto del cuarto de los trastos, con el cuerpo embadurnado de pomada y enfermo de soledad.» Buen resumen, pensé entonces imaginándome en la piel de aquel adolescente, pues a nosotros también nos embetunaban las piernas antes de salir a jugar los partidos, también nos gustaba creer que estábamos solos y a la espera de revelaciones memorables.

Mucho cuento fue uno de los primeros libros donde descubrí que leer podía convertirse en un valor añadido, un modo de adquirir otras identidades más atractivas que las que entonces atesoraba o a las que se me impelía.

En aquellos tiempos el decorado histórico era muy confuso para quienes, por edad, salario y tradición, aún buscábamos en qué casilla poner el pie. La lucha de clases fue sustituida por un limbo lleno de aspiraciones, que abarcaba desde tener tele en color hasta tener don de palabra. La disidencia antifranquista se transformó en un asunto de sobremesa, nuestros padres nos la narraban con fuertes dosis de sentimentalismo humanitario, aunque con muy pocas ganas de que sus hijos la actualizasen o la retomaran. Las pugnas laborales desaparecieron, manteníamos una relación de «extrema cordialidad» con la fábrica.

Aquellos que no estábamos especialmente politizados ni suficientemente instruidos, veíamos el pacifismo, la ecología o los movimientos sociales como algo ajeno.



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